Deu 25:1 Si hubiere pleito entre algunos, y acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, éstos absolverán al justo, y condenarán al culpable.
Deu 25:2 Y si el delincuente mereciere ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará azotar en su presencia; según su delito será el número de azotes.
Deu 25:3 Se podrá dar cuarenta azotes, no más; no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que éstos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos.
Este mismo problema de líderes religiosos en pleito legal con creyentes es enjuiciado por Pablo.
A primera vista, estos versículos podrían parecer irrelevantes en la actualidad, pero una mirada más de cerca revela algunos principios importantes acerca de la disciplina. ¿Es usted responsable de la disciplina de un niño, de un estudiante, o de un empleado? Hay tres puntos importantes que le ayudarán con esta responsabilidad:
(1) el castigo debe llegar rápidamente después de la ofensa;
(2) el grado de castigo debe reflejar la seriedad de la ofensa; y
(3) no se exceda en el castigo. Una disciplina que es rápida, justa y moderada logra su objetivo sin herir la dignidad del ofensor.
Aquí se alude al castigo de los azotes. Es una pena intermedia entre la multa y la pena capital. En el código de Hammurabi se ordenan 60 azotes al que haya abofeteado a un hombre de condición social superior. Los egipcios imponían un número de bastonazos; lo mismo entre los griegos y romanos, aunque después se impuso la flagelación. En la legislación deuteronómica se impone también la flagelación, si bien limitando el número máximo de golpeas a 40, por miedo a causar al delincuente la muerte o una enfermedad mortal. San Pablo nos dice que recibió 39 azotes, pues las prescripciones rabínicas habían determinado que se diera uno menos para no equivocarse en los límites máximos de la Ley, pero al mismo tiempo se exhorta a los verdugos a que descarguen fuertemente, aunque el infortunado muera en sus manos. Era el castigo más afrentoso.
Deu 25:4 No pondrás bozal al buey cuando trillare.(A)
No pondrás bozal al buey cuando trillare : Ello prevenía que comiese mientras trabajaba en favor del hombre. Pablo cita este versículo para ilustrar el principio de que «digno es el obrero de su salario».