Salmo 44:1 Para el director del coro. Masquil de los hijos de Coré. Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.
Hemos oído : Este lamento expresa consternación por aquellos que han sido derrotados a manos de gente malvada sin razón aparente. Este salmo quizás se cantó en una ocasión como la narrada en 2 de Crónicas 20:18-19, donde el fiel rey Josafat estaba rodeado de enemigos y los levitas cantaron al Señor antes de la batalla.
Salmo 44:2 Tú con tu mano echaste fuera las naciones, y a ellos los plantaste. Afligiste a los pueblos, y a ellos los hiciste crecer.
Salmo 44:3 Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra, ni su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu presencia, porque te complaciste en ellos.
Ni su brazo : De cuando conquistaron la tierra prometida, los israelitas eran superados en número, estaban pobremente armados y carecían de murallas protectoras. «Echaste las naciones» se refiere a la conquista de Canaán (la tierra prometida) descrita en el libro de Josué. Dios le dio a Israel la tierra donde debían entrar y expulsar a todos los malvados y que se oponían a El. Se le dijo a Israel que se estableciera en la tierra y fuera un testigo para el mundo del poder y del amor de Dios. Rodeado de enemigos, el salmista recordó lo que Dios hizo por su pueblo y se animó. Podemos tener esta misma confianza en Dios cuando nos sintamos atacados.
Salmo 44:4 Tú eres mi rey, oh Dios; manda victorias a Jacob.
Salmo 44:5 Contigo rechazaremos a nuestros adversarios; en tu nombre hollaremos a los que contra nosotros se levanten.
Salmo 44:6 Porque yo no confiaré en mi arco, ni me salvará mi espada;
Salmo 44:7 pues tú nos has salvado de nuestros adversarios, y has avergonzado a los que nos aborrecen.
¿En qué o en quién confía usted? Solo Dios es digno de confianza. Nunca le abandonará.
Salmo 44:8 En Dios nos hemos gloriado todo el día, y por siempre alabaremos tu nombre. (Selah)
Salmo 44:9 Sin embargo, tú nos has rechazado y nos has confundido, y no sales con nuestros ejércitos.
A pesar de su fe y obediencia a Dios, derrotaron a Israel. El salmista no entendía por qué Dios permitió que esto sucediera, pero no perdió la esperanza de descubrir la respuesta. A pesar de que sentía que su sufrimiento era inmerecido, reveló la verdadera razón de su sufrimiento en este versículo. Sufría porque estaba comprometido con Dios. Pablo citó la queja del salmista para mostrar que siempre debemos estar preparados para enfrentar la muerte por causa de Cristo. Así, nuestro sufrimiento quizás no sea un castigo, sino una cicatriz de batalla para demostrar nuestra lealtad.