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2 de Reyes 23: La reforma de Josías

En Judá, la gente del país consagró a su hijo Joacaz como rey. Este fue el tercer caso en los libros de los Reyes de la mención explícita de la unción de un rey con aceite. Los otros fueron la instalación de Salomón. En cada caso se trataba de una sucesión irregular; aquí se dio preferencia a un hijo joven más bien que al hermano mayor.

Los últimos reyes infieles de Judá y la ruina del país con el destierro del pueblo a Babilonia

Los últimos cuatro reyes davídicos reinaron en sucesión rápida durante 22 o 23 años. Fueron en su mayoría hijos de Josías y un ahijado. Como sucedió en el caso del otro gran reformador, Ezequías, los hijos de Josías fueron infieles a Dios. Los cuatro reyes vivían momentos sin esperanza para un cambio en el destino de su pueblo, pues todos fueron impotentes para efectuar los cambios necesarios. También en esos años evidentemente ocurieron tres invasiones a Jerusalén (605, 598, 587/6 a. de J.C.).

En esta sección se narra el punto culminante de 2 Reyes con la destrucción de Jerusalén y en particular del templo. Junto a esto se pone a manifiesto el tema teológico deuteronomista de que el trágico desenlace del pueblo se debía a sus propios pecados. Con violencia se desmanteló a Judá como nación y pueblo con las invasiones babilónicas punitivas y brutales. Se introdujo una cronología extranjera. El linaje davídico fue llevado preso; las clases adiestradas y aristocráticas fueron llevadas al exilio o destruidas, dejando únicamente a los pobres en las zonas rurales. Se quemaron la ciudad y el templo; se destruyó el muro; se llevaron del país los metales de más valor. Los remanentes leales asesinaron al gobernador colonial y abandonaron al país para siempre.

Joacaz, entronizado por el pueblo y destronizado por Egipto. El pueblo de la tierra proclamó a Joacaz como rey, probablemente en la esperanza de liberación de Egipto.. ¿Por qué el profeta lo llama así? ¿Lo usó como un término de desprecio para un líder débil que reinó un tiempo corto nada más? ¿O porque este era su nombre personal mientras que en el trono usó Joacaz?) El joven de 23 años, cuyo nombre quiere decir “Jehová ha agarrado”, reinó sólo tres meses. Fue hijo de Josías y Hamutal de Libna y tenía dos años menos que su hermano Eliaquim, que normalmente hubiera reinado primero. Aunque su valiente y fervoroso padre llevaba una cruzada por 31 años en favor de su fe, no logró transmitirla a siquiera uno de los hijos que reinaron después de él. Joacaz no siguió a Jehová y tampoco fue partidario del faraón Necao. En su impotencia no lograba liberar a su pueblo de Egipto; su destino trágico infundió tristeza, compasión y pesar al pueblo. El faraón lo encarceló en el norte, cerca del río Orontes, e instaló a Eliaquim, otro hijo de Josías, como rey. Luego llevó a Joacaz a Egipto, donde murió.

El avivamiento que necesitamos

Cuando la palabra de Dios toca el corazón humano y cuando el hombre decide obedecerla sobre toda cosa o propósito, Dios se mueve poderosamente. Oswald J. Smith narra parte del avivamiento en Gales en 1904. él dice: “Todo Gales estaba envuelto en una llamarada. La nación se había alejado de Dios. Las condiciones espirituales eran, ciertamente, muy bajas. La concurrencia a los cultos era muy reducida, y el pecado imperaba en todas partes. Repentinamente, como un inesperado huracán, el Espíritu de Dios se extendió por todo el país. Las iglesias se llenaron de gente a tal punto que no había espacio en ellas para contener a todo el público que quería concurrir. Las reuniones proseguían desde las 10 de l de la mañana hasta la medianoche. Diariamente se celebraban tres servicios religiosos. Evan Roberts fue el instrumento humano, pero no había mucha prédica. Lo principal era el canto, los testimonios y las oraciones. No se empleaban himnarios: habían aprendido los himnos desde niños. No había coros; todo el mundo cantaba; no se levantaban ofrendas ni se hacían anuncios. Jamás había sucedido nada en Gales que hubiese dado tan tremendos resultados: se convertían los incrédulos y los borrachos, los ladrones y los jugadores se salvaban, y millares volvían a la vida honrada y respetable. Por todas partes se oían confesiones de horrendos pecados; se pagaban viejas deudas; los teatros se cerraron por falta de público. Las mulas en las minas no querían trabajar, pues no estaban acostumbradas al buen trato; en el curso de cinco semanas 20.000 personas se unieron a las iglesias”.

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