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Éxodo 15: Cántico de Moisés y de María

Dios ha prometido su bondad en abundancia. Esta aguarda a aquellos que siembran para el Espíritu, escuchando su voz y haciendo lo que él les pide.

El pacto de sanidad del Antiguo Testamento. Muchos se refieren a este como el pacto de sanidad divina del Antiguo Testamento. Se le llama «pacto» porque en él Dios promete guardar a su pueblo libre de enfermedades, aunque condiciona esta promesa a la diligente obediencia de su pueblo.

Las palabras usadas aquí para «enfermedades» (del hebreo makhaleh  y «sanar» (del hebreo rapha  denotan por lo general dolencias físicas y sanidad corporal. Este no sólo es un concepto espiritual, sino también físico. El pacto queda confirmado absolutamente por el hecho de que Dios conjuga su propio y poderoso nombre a la promesa, llamándose a sí mismo Yahweh-Rapha  que significa «Jehová el que sana». Yahweh-Rafáááa es uno de los nombres compuestos por medio de los cuales Dios revela sus atributos a Israel. En esta ocasión su nombre mismo declara que es parte de su naturaleza ser sanador de aquellos que obedecen su palabra, para recobrar la salud y para sostenerlos en salud.

Aunque el pecado y la desobediencia no siempre son la causa directa de las enfermedades, la caída en el pecado es la causa ubyacente y original de toda enfermedad. Aquellos que desean sanidad se beneficiarán si buscan a Cristo Jesús, quien cargó con nuestros pecados, mientras persiguen una renovada consagración.

Dios prometió que si el pueblo lo obedecía estarían libres de las enfermedades que infestaban a los egipcios. Muy pocos supieron que muchas de las leyes morales que les dio posteriormente los mantendrían libres de enfermedades. Por ejemplo, la ley de Dios respecto a la prostitución los mantendría libres de enfermedades venéreas. Las leyes de Dios para nosotros a menudo están diseñadas para mantenernos lejos del peligro. El hombre y la mujer son seres complejos. Nuestros físicos, emociones y vidas espirituales se encuentran entrelazadas. La medicina moderna está reconociendo ahora lo que suponía estas leyes daban por sentado. Si queremos que Dios nos cuide, debemos someternos a sus instrucciones.

Éxo 15:27 Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas.

Las aguas de Mara se contrastan con las fuentes de agua de Elim. Mara representaba la incrédula y quejosa actitud del pueblo que no confiaba en Dios. Elim representa la abundante provisión de Dios. ¡Cuán fácil es murmurar y quejarse demasiado seguido, sólo para ser avergonzados por la ayuda de Dios!

Las alabanzas de Moisés y María

Después de la victoria en el mar, Moisés y los hijos de Israel elevaron su alabanza a Jehová por medio de un cántico. Los énfasis de los caps. 14 y 15 son claros al señalar que no fueron salvados por una fe creada por ellos. Lo cierto es que ellos habían tardado en confesarla. En realidad la fe era un don de Dios, pues Israel creyó después de haber sido librado por la mano fuerte de Dios. Sin embargo, al darse cuenta de la grandeza de la hazaña, los redimidos prorrumpieron en alabanzas a aquel que les había librado.

Los cánticos de Israel trataban de muchos eventos de la vida cotidiana; además, cantaban en las celebraciones religiosas (ver los Salmos). El canto triunfal de Moisés era uno de victoria del género popular. Dramatizaba el evento histórico en una forma poética que hacía más fácil transmitir la verdad generación tras generación a través de las familias y en el culto. Probablemente llegó a formar una parte vital en la celebración de la Pascua.

A pesar de opiniones en contra, parece que la evidencia es suficiente para atribuir la composición del cántico a Moisés; el estilo concuerda con el de otros pueblos del Medio Oriente de su época, los arcaísmos encontrados en el himno favorecen una composición antiquísima, y la última parte del cántico indica la confianza de heredar la tierra de Canaán en vez de considerarla ya conquistada. La primera sección del poema mira hacia atrás a los hechos históricos inolvidables de Jehová , mientras que la segunda expresa la confianza de la victoria suya en el futuro. El pasado y el futuro están en las manos de Jehová quien reinará por siempre jamás.

La alabanza por la victoria en el mar

La alabanza a Jehová por su persona. En el cántico del pueblo se emplea el verbo singular colectivo. La alabanza vino después de haber tenido la experiencia con el Señor que produjo la fe. Había encontrado vida y libertad cuando todo parecía perdido. El resultado fue una fe nueva que brotaba en cantos a Jehová . No se exaltaba el pueblo a sí mismo por la victoria, sino alababa al Señor, al que llamaba Jehová , Dios, padre y guerrero. Además, con júbilo, lo aclamaba con las frases mi forta-leza, mi canción, y mi salvación. Con reverencia y gratitud empleaba tres verbos distintos para expresar su gozo: cantaré, alabaré y ensalzaré. En la alabanza, Jehová era el objeto de la adoración y del honor; el pueblo quería honrarlo con su devoción. Lo alababan por sus hazañas, especialmente por la de arrojar al ejército enemigo en el mar.

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