Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar.
Isaac tuvo una experiencia en Gerar muy parecida a la que su padre Abraham había tenido antes.
Los filisteos eran una tribu que se convertiría en uno de los enemigos más temibles de Israel. Los filisteos eran originalmente un grupo de inmigrantes provenientes del Mar Egeo que se habían establecido en Palestina. Arribaron por la vía de Creta y Chipre y los gobernantes cananeos los utilizaban como mercenarios. Esta gente, que vivía en la costa sudoeste, eran pocos pero muy feroces en batalla. Aun cuando fueron amigables con Isaac, aquel pequeño grupo fue el precursor de la nación que azotaría a Israel en los tiempos de Josué, de los Jueces y del rey David. Este rey Abimelec no era el mismo que Abraham encontró. Abimelec pudo haber sido el nombre de una dinastía de reyes filisteos.
Gén 26:2 Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré.
Gén 26:3 Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre.
Juramentar, dar la palabra, comprometerse mediante un juramento. Evidentemente, el origen de este verbo es el sustantivo sheba que significa «siete». El jurar (sheba equivale a «comprometerse totalmente» a cumplir un juramento; es decir, repetir siete veces algún detalle del juramento. Quizás esta es la razón por la cual Abraham dio siete corderos a Abimelec cuando lograron un acuerdo (21.28-31). Los siete corderos eran testigos de que Abraham había cavado un pozo y de que él y Abimelec juraron aceptar el hecho de que el pozo era de Abraham. El lugar se llamaba Beerseba, que en ocasiones se traduce como «Pozo del juramento», pero también puede ser traducido como «Pozo de los siete». En 26.3 Dios, mediante un juramento irrevocable, le asegura a Isaac que tendrá incontables descendientes, que estos heredarán la tierra prometida y que su simiente bendecirá al mundo entero.
Gén 26:4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente,
Gén 26:5 por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.
Dios reiteró a Isaac el pacto abrahámico.
Gén 26:6 Habitó, pues, Isaac en Gerar.
Gén 26:7 Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer; y él respondió: Es mi hermana;(B) porque tuvo miedo de decir: Es mi mujer; pensando que tal vez los hombres del lugar lo matarían por causa de Rebeca, pues ella era de hermoso aspecto.
Gén 26:8 Sucedió que después que él estuvo allí muchos días, Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana, vio a Isaac que acariciaba a Rebeca su mujer.
Isaac mezcló el temor y la fe, una combinación imposible. Muchos días sirve para mostrar lo equivocado de su temor.
Gén 26:9 Y llamó Abimelec a Isaac, y dijo: He aquí ella es de cierto tu mujer. ¿Cómo, pues, dijiste: Es mi hermana? E Isaac le respondió: Porque dije: Quizá moriré por causa de ella.
Gén 26:10 Y Abimelec dijo: ¿Por qué nos has hecho esto? Por poco hubiera dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros el pecado.
Gén 26:11 Entonces Abimelec mandó a todo el pueblo, diciendo: El que tocare a este hombre o a su mujer, de cierto morirá.
Isaac tenía miedo de que los hombres de Gerar pudieran matarlo para quedarse con su hermosa esposa Rebeca. Así que mintió diciendo que Rebeca era su hermana. ¿Dónde aprendió ese truco? Evidentemente, Isaac conocía como había actuado su padre, Abraham. Los padres ayudan a forjar el futuro del mundo por la forma en que moldean el estilo de vida y los valores de sus hijos. El primer paso para ayudar a los niños a que vivan una vida correcta es tener unos padres que prediquen con el ejemplo. Sus acciones a menudo las imitan los que están más cerca de usted. ¿Qué clase de ejemplo está dando usted a sus hijos?
Gén 26:12 Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová.
Sembró Isaac . . . y cosechó : Esto demuestra la fidelidad de Dios, en respuesta a que Isaac obedeció no partiendo hacia Egipto
Gén 26:13 El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso.
Gén 26:14 Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia.
Gén 26:15 Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra.
Gén 26:16 Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho.
Dios cumplió su promesa de bendecir a Isaac. Los vecinos filisteos comenzaron a sentir envidia, ya que todo lo que Isaac hacía parecía prosperar. Así que taparon sus pozos y trataron de deshacerse de él. La envidia es una fuerza divisiva que puede despedazar naciones poderosas o a nuestro mejor amigo. Cuando sienta envidia de alguien, trate de agradecerle a Dios la buena fortuna que tienen. Antes de prorrumpir en ira, considere lo que puede perder: ¿un amigo, un trabajo, un cónyuge?