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Habacuc 2: La confianza del profeta en la respuesta de Jehová

Juicio por la explotación

Babilonia había acumulado sus riquezas por la extorsión. Trataba sin misericordia a los pueblos que por una u otra razón estaban endeudados con el imperio y no podían pagar. Se compara esta acción con juntar las prendas empeñadas de los pobres. Esta acumulación de bienes se había logrado por medio de mucha violencia.

Los pueblos, así como Habacuc, claman ¿hasta cuándo? Y súbitamente, dice Jehová, los endeudados serán los acreedores de Babilonia. Los explotados entonces maltratarán a sus opresores de la misma manera que ellos fueron abusados.

Juicio por el saqueo

Estos versículos continúan la idea de la porción anterior. Se logró cierto grado de bienestar y seguridad a expensas de las demás naciones. Su casa puede referirse literalmente al palacio del rey, pero también a la capital, a la dinastía, o aún al imperio entero. Aunque la última posibilidad tal vez sea la mejor a la luz del contexto, las diferentes opciones son inseparables. El imperio giraba alrededor de la magnífica ciudad de Babilonia y su suntuosa corte real. El anhelo era establecer un reinado intocable e indestructible, pero los oprimidos que trabajaron en el levantamiento del imperio o las piedras mismas de los proyectos de construcción clamarán en contra de Babilonia. Serán testigos para acusar al imperio en el día de juicio.

Juicio por el egoísmo. El versículo 12 continúa el tema de establecer el imperio a costa del sufrimiento de otros pueblos. Otra vez surge la mención de la violencia como medio para lograr fines egoístas.

Los versículos 13 y 14 hacen un contraste entre estos planes crueles y los decretos soberanos de Jehová. Por el juicio que envía Jehová, todo lo que se había logrado se perderá. Será Jehová de los Ejércitos, el Dios guerrero, quien llevará a cabo la destrucción del imperio confiado. Tarde o temprano traería a otro imperio para destruir y reemplazar a Babilonia. En la historia, los medos y los persas fueron su instrumento de juicio. Conquistaron a Babilonia en el año 539 a. de J.C.

El propósito divino primordial para remover a Babilonia es que el mundo esté lleno del conocimiento de la gloria de Jehová y no de la fama de un imperio perverso. Si se pensara en los términos más amplios de la teología antiguotestamentaria, se notaría que en Israel la gloria de Jehová se asociaba en particular con el tabernáculo y el templo. Por otro lado, en cierta forma la tierra ya está llena de su gloria, porque es el Creador y Soberano quien se manifiesta a través de la historia y la naturaleza. Pero en el futuro todo el mundo y todos los pueblos lo reconocerán como único Rey y Dios. Será adorado por toda la humanidad y toda persona obedecerá su voluntad. Reinará como Mesías sobre un reinado de justicia y paz que se extenderá por el globo entero. A la luz del NT, sabemos que este Mesías es Jesús, quien cumplió las esperanzas de un rey davídico. Fue proclamado Rey por su Padre en su bautismo. Después de la resurrección y la ascensión se sentó en un trono celestial, desde el cual reina desde ya y otorga de su Santo Espíritu a los suyos. Vendrá otra vez como Rey de Reyes y Señor de Señores.

Juicio por la humillación

En varios pasajes los profetas anunciaron que Jehová utilizaría a Babilonia, así como a Asiria en el siglo anterior, para llevar a cabo el juicio sobre las naciones. A través de las conquistas del imperio derramaría el furor de la copa de su ira.

El versículo 15 señala que Babilonia, al cumplir inconscientemente esta tarea, humilló a los pueblos, los dejó “desnudos”: les quitó su dignidad y su autoestima. Esta figura se basa en la práctica de aquel entonces de llevar a los conquistados desnudos al cautiverio.

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