El silencio es exigido delante de Dios. Después de la extensa revelación compartida a Habacuc y a la nación, ya no puede haber más acusaciones o señalamientos. Jehová sí es justo y soberanamente lleva a cabo sus propósitos. Ante esta verdad, toda Judá debe callarse y temerle. Aún toda la tierra debe responder de igual manera, porque él controla el destino de las naciones y los imperios. Basta ya de palabras; Jehová sale ahora para poner en marcha el juicio.
Los cinco aye
1. ¡Ay del que multiplica lo que no es suyo! No respeta la propiedad de otro. No le da vergüenza robar.
2. ¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, poniendo en alto su nido para escaparse de mano de la calamidad! Codicia. Inmoralidad.
3. ¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que establece la aldea con iniquidad! No tiene respeto por la vida. Edifica a costa de la vida de otros.
4. ¡Ay del que da de beber a su compañero del cáliz de su ira, y lo embriaga para mirar su desnudez!. Las tragedias que traen las bebidas alcohólicas. Vidas, familias y naciones destruidas.
5. ¡Ay del que dice al palo: “¡Despiértate!” y a la piedra muda, “¡Levántate!” ¿Podrá él enseñar? He aquí que está cubierto de oro y de plata; no hay espíritu dentro de él. Idolatría. La codicia es igual a la idolatría.
Con los cinco ayes, vemos la lista de cinco pecados. Por la práctica de estos pecados, la fibra de la sociedad está debilitada y destruida. El pecado está en contra de Dios, y está en contra de todo lo bueno. ¡Donde el pecado gobierna, la anarquía reina!