Jue 2:1 El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros,
El ángel de Jehová : A veces este mensajero es descrito como el mismo Señor, y en otras ocasiones como un enviado de Dios.
Jue 2:2 con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar;(A) mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?
No hagáis pacto : Tal pacto con los habitantes del país violaría el pacto de Israel con el Señor.
Jue 2:3 Por tanto, yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero.
Boquim significa en hebreo literalmente «llanto». Las lágrimas de la gente no representaban aquí verdadero arrepentimiento, ni sus sacrificios eran una expresión de fe genuina, porque siguieron desobedeciendo a Dios.
Este suceso marca un cambio significativo en la relación de Israel con Dios. En el monte Sinaí, Dios llevó a cabo un acuerdo sagrado y obligatorio con los israelitas llamado pacto. La parte de Dios era hacer de Israel una nación especial, protegerlos y darles bendiciones únicas por seguirlo. La parte de Israel era amar a Dios y obedecer sus leyes. Pero debido a que Israel rechazó y desobedeció a Dios, el acuerdo de protegerlo quedó sin efecto. Pero Dios no iba a abandonar a su pueblo. Recibiría bendiciones maravillosas si pedía perdón a Dios y lo seguía nuevamente con sinceridad.
Aunque el pacto de Dios de ayudar a Israel a conquistar la tierra ya no estaba vigente, su promesa de hacer de Israel una nación a través de la cual el mundo entero sería bendecido (cumplida con la llegada del Mesías) permaneció vigente. Dios todavía quería que los israelitas fueran un pueblo santo (de la misma manera que quiere que nosotros seamos santos), y a menudo utilizó la opresión para traerlos de regreso a El, tal y como dijo que lo haría. El libro de Jueces registra un número de instancias donde Dios permitió que su pueblo fuera oprimido para que así se arrepintiera de sus pecados y regresara a El.
Demasiado a menudo la gente quiere que Dios cumpla sus promesas mientras se excusa de sus propias responsabilidades. Antes de reclamar las promesas de Dios, pregúntese: «¿He hecho mi parte?».
Jue 2:4 Cuando el ángel de Jehová habló estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó su voz y lloró.
El pueblo de Israel sabía que había pecado, y lloraron en alta voz, reaccionando con profundo dolor. Porque tenemos la tendencia a pecar, el arrepentimiento es la justa medida de nuestra sensibilidad espiritual. Arrepentirse es pedirle a Dios que nos perdone y luego abandonar nuestros caminos pecaminosos. Pero no podemos hacer esto de una manera sincera a menos que realmente estemos arrepentidos de nuestros pecados. Cuando estemos conscientes del pecado que hay en nuestra vida, debemos admitirlo plenamente ante Dios en lugar de tratar de cubrirlo o de esperar salirnos con la nuestra.
Jue 2:5 Y llamaron el nombre de aquel lugar Boquim,[a] y ofrecieron allí sacrificios a Jehová.
Muerte de Josué
Jue 2:6 Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían ido cada uno a su heredad para poseerla.
Jue 2:7 Y el pueblo había servido a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían visto todas las grandes obras de Jehová, que él había hecho por Israel.
Jue 2:8 Pero murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años.
Siervo de Jehová : A Josué se le identifica con otros siervos de Dios, como Moisés y con el Mesías prometido.
Jue 2:9 Y lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera,(B) en el monte de Efraín, al norte del monte de Gaas.
El relato de la muerte de Josué se encuentra aquí y al final de libro de Josué. O este relato es un resumen de lo que sucedió anteriormente, o el relato del libro de Josué omitió los acontecimientos del primer capítulo del libro de Jueces.
Jue 2:10 Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel.