Salmo 105:1 Dad gracias al SEÑOR, invocad su nombre; dad a conocer sus obras entre los pueblos.
Sus obras : Este cántico y el próximo relatan brevemente la historia del surgimiento del pueblo israelita como descendiente de Abraham. Alabad : Esta estrofa es paralela al cántico que David compuso para Asaf y los demás músicos cuando el arca del pacto fue traída a Jerusalén.
Los primeros quince versículos de este salmo también se encuentran en 1 de Crónicas 16:8-22 donde se cantan como parte de la celebración de David al llevar el arca del pacto a Jerusalén. Otros tres salmos también son himnos que hablan de la historia de Israel: 78, 106 y 136.
Salmo 105:2 Cantadle, cantadle alabanzas; hablad de todas sus maravillas.
Salmo 105:3 Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al SEÑOR.
Salmo 105:4 Buscad al SEÑOR y su fortaleza; buscad su rostro continuamente.
Salmo 105:5 Recordad las maravillas que El ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca,
Si parece que Dios está muy lejos, persista en su búsqueda. Dios recompensa a quienes lo buscan con sinceridad. Jesús prometió: «Buscad, y hallaréis». David sugirió un método valioso para encontrar a Dios: familiarizarse con la forma en que El ha ayudado a su pueblo en el pasado. La Biblia narra la historia del pueblo de Dios. Al buscar en sus páginas descubriremos a un Dios amoroso que espera que lo encontremos.
Salmo 105:6 oh simiente de Abraham, su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos.
Salmo 105:7 El es el SEÑOR nuestro Dios; sus juicios están en toda la tierra.
Él y sus se repiten por lo menos 49 veces en esta obra, donde se hace énfasis en las manifestaciones de la providencia de Dios en la historia de Israel.
Salmo 105:8 Para siempre se ha acordado de su pacto, de la palabra que ordenó a mil generaciones,
Salmo 105:9 del pacto que hizo con Abraham, y de su juramento a Isaac.
Salmo 105:10 También lo confirmó a Jacob por estatuto, a Israel como pacto eterno,
Salmo 105:11 diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad.
La nación de Israel, el pueblo que Dios usó para revelar sus leyes a la humanidad, descendía de Abraham. Dios escogió a Abraham y le prometió que sus descendientes vivirían en la tierra de Canaán (ahora llamada Israel) y que serían tan numerosos que no se podrían contar. El hijo de Abraham fue Isaac, el hijo de este Jacob. Estos tres hombres se consideran los patriarcas o fundadores de Israel. Dios los bendijo debido a su fe.