El versículo 7 demuestra la compasión y el amor de Dios, quien está convencido de que algunos habitantes de la Ciudad Santa tienen temor de Dios y aceptarán la corrección de la mano de Dios. No quiere destruir la hermosa ciudad que David, Salomón y otros habían construido hacía más de 400 años. ¡La última frase de la actuación del pueblo es un clásico! El hebreo dice “se levantaron temprano y luego corrompieron todas sus acciones”. Jeremias nos hace recordar que es Dios quien se levanta temprano para dar sus órdenes del día a su pueblo a través de los profetas. Esta gente, al contrario, se apresuraron cada día para hacer obras de maldad.
Profecías de la conversión universal y de la salvación de Jerusalén
Algunos eruditos dicen que esta porción del libro no es obra de Sofonías, sino que procede de la época después del cautiverio en Babilonia, tal vez tan tarde como el 300 a. de J.C. Sus argumentos son tan frágiles y sin sustancia que no merecen mayor atención. El profeta amaba a “Jerusalén la Dorada”; seguramente pasó horas caminando por sus calles angostas y visitando a sus parientes que vivían cerca del magnífico palacio que Salomón construyó. Era la gente de la alta sociedad que se había corrompido. El futuro de la Ciudad Santa a corto plazo lo vió muy sombrío, pero a largo plazo sabía que sería la morada de los fieles para siempre. No vió nunca la ruina total y permanente de la ciudad sino su purificación por medio de los fuegos de guerra, y luego su reconstrucción por parte del fiel remanente de los judíos. Pero antes de todo esto se acuerda del Pacto con Noé. ¡No será por agua sino por fuego que el juicio vendrá!
Palabras de ánimo para el remanente fiel
Parece que el profeta había leído el Salmo 27. Su mensaje es “Espera en Jehová. Esfuérzate, y aliéntese tu corazón. Sí, espera en Jehová”. Tal como Dios esparció a los pueblos sobre la faz de la tierra, ahora va a reunirlos para volcar sobre ellos la copa de su furor. Después de escuchar dos capítulos de su predicación los fieles de Judá y Jerusalén estaban confundidos. Parece que cada día los malignos cobraban más fuerza. Había maldad en el comercio, en los tribunales en las puertas de la ciudad y aun los profetas no traían una palabra verdadera de Dios. Sofonías les dice, “Paciencia”. Dentro de poco verán a los malos de todas las naciones consumidos por el fuego de Dios. No dice que la misma tierra será destruida sino purificada por el Dios celoso.
El versículo 9 es muy importante. Después de la destrucción de la maldad y los malos, Dios dará a los habitantes de toda la tierra una pureza de labios para que puedan invocar a Dios. No los va a obligar a orar o a creer, sino que les dará la posibilidad de hacerlo, si desean. Es más, el resultado de invocar al nombre de Jehová será la capacidad de vivir en “consentimiento” o “con un acuerdo” con otras personas y naciones. El plan de Dios es de no abarcar la unidad política o comercial, sino la unidad espiritual con cada pueblo conservando sus costumbres y tradiciones.
El versículo 10 nos sorprende. Desde los comienzos del río Nilo, o sea desde Etiopía, los conversos van a viajar a Jerusalén. Dios los llama sus “suplicantes”, sus “esparcidos” quienes van a traerle una ofrenda. Aquí no se hace referencia a los hebreos esparcidos por la tierra sino a grupos étnicos y linguísticos que viven en los extremos de la tierra. Toda la humanidad se va a unir para traer una ofrenda a Dios. Claro, al mismo tiempo van a devolver cualquier cautivo israelita que permanezca en su poder al momento de su conversión.
Sofonías, hijo de Cusi, tal vez está pensando en su linaje africano al dar esta profecía. Cus era otro nombre para Etiopía y en Job 87:4 se espera que la gente de Etiopía esté entre los pueblos salvos por Dios. Los hebreos normalmente pensaban que en realidad Etiopía y Egipto constituían un solo gran territorio.
Tantos judíos emigraron a Egipto y Etiopía que en el año 250 a. de J.C. se hizo la primera traducción del AT del hebreo al griego en la ciudad de Alejandría: la Septuaginta. Es más, los primeros cristianos vieron que la conversión del oficial etíope que precedió a la conversión del oficial romano era un símbolo del comienzo de la expansión del cristianismo a otras nacionalidades. La Biblia siempre reconoce a Egipto y Etiopía como naciones muy importantes en la escena internacional, y su política y cultura afectaron en gran manera la vida de Israel.
Los versículos 11-13 describen el futuro inmediato de Judá y Jerusalén. Dios va a eliminar las causas principales de la degeneración moral y espiritual de su pueblo. Va a quitar a los que se alegran en su “soberbia”, los arrogantes que piensan muy alto de sí mismos, los que viven motivados por la “avaricia” que corrompe, que son una vergüenza para los ciudadanos fieles a Dios. Dios va a “eliminarlos” y a dejar que los pobres que han sido oprimidos por esos orgullosos sean los dirigentes encargados de los asuntos morales y espirituales. Estos no van a poner su confianza en tratados comerciales o alianzas militares con otras naciones, sino que van a hallar su refugio y su seguridad en Dios. Para ellos el día de juicio será el umbral de una época nueva. El éxito será una vindicación de la obra de Sofonías y otros, quienes se hayan esforzado para efectuar cambios en la sociedad de Judá y Jerusalén durante los últimos años del siglo VII a. de J.C.