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Apocalipsis 6: El caballo blanco de la conquista

Las tres cosechas principales de Palestina eran los cereales, el aceite y el vino, que son las que se mencionan siempre cuando se habla del producto de la tierra (Deuteronomio 7:13; 11:14; 28:51; Oseas 2:8,22). El jinete del caballo llevaba en la mano una romana. En el Antiguo Testamento, la frase comer pan al peso indica la mayor escasez. Dios amenaza que, si el pueblo es desobediente, « os devolverán el pan (que os hayan horneado) al peso» (Levítico 26:26). Dios amenaza a Ezequiel: «Quebrantaré el sustento de pan en Jerusalén; comerán el pan por peso y con angustia» (Ezequiel 4:16). No era extraño que hubiera aceite y vino cuando faltaban los cereales. El olivo y la vid tienen las raíces más profundas que el trigo, y pueden resistir una sequía que destruye los cereales. Cuando Jacob tuvo que mandar a sus hijos a Egipto por trigo en los días del hambre de tiempos de José, todavía podía mandar frutos escogidos de la tierra (Génesis 43:11). Pero es cierto que una situación en la que no faltaran el aceite y el vino pero el pan estuviera prohibitivamente caro sería la equivalente a una en la que hubiera lujos abundantes pero escaseara lo más necesario.

Podemos ver la gravedad de la escasez por la afirmación de la voz de entre los cuatro seres vivientes. Una medida de trigo o tres de cebada costaban un denarius. La medida era un joinix, que equivalía a un litro, y que se definía corrientemente en el mundo antiguo como la ración diaria de un hombre. Un denarius era el jornal de un obrero, que solo se podría comparar con el de los países más pobres. Normalmente un denarius era el precio de entre ocho y dieciséis medidas de trigo, y tres o cuatro veces más de cebada. Lo que Juan está pronosticando es una situación en la que todo el jornal de un obrero se necesitaría para comprar lo absolutamente necesario para su subsistencia personal, sin que quedara nada para las otras necesidades de la vida o para la familia. Si en vez de trigo compraba cebada podía arreglárselas para darle algo a su mujer y familia, pero no le quedaría para comprar ninguna otra cosa.

Podemos ver que, aunque Juan estaba hablando de las señales que precederían al tiempo del fin, estaba pintándolas realmente en términos de situaciones históricas que muchos reconocerían. Había habido hambres desesperadas en tiempos de Nerón que no habían afectado al lujo de los ricos. Hubo una ocasión en que llegó un barco de Alejandría a Italia. El gentío hambriento creyó que era un barco de trigo, porque todos los barcos de trigo procedían de Alejandría, y se amotinaron cuando descubrieron que el cargamento no era trigo sino una clase especial de arena del Delta del Nilo para extenderla en el circo para el espectáculo de los gladiadores. Esta pasaje tiene un eco sorprendente en ciertos sucesos del reinado de Domiciano, por el tiempo en que estaba escribiendo Juan. Hubo una escasez muy seria de grano y un exceso de vino. Domiciano adoptó la medida drástica de decretar que no se plantaran nuevas viñas y que se desarraigaran la mitad de las ya existentes en las provincias. En consecuencia de ese edicto, los de la provincia de Asia, que era donde vivía Juan, estuvieron a punto de rebelarse, porque sus viñas eran una de sus fuentes principales de ingresos. En vista de la reacción violenta del pueblo de Asia, Domiciano rescindió el edicto y mandó que se procesara a los que dejaran de cultivar sus viñas. Aquí tenemos una situación en que escaseó el trigo y sin embargo estaba prohibido reducir la producción de vino y aceite. Así es que esta descripción del hambre coincidía con la del lujo. Siempre ha habido algo trágicamente lamentable en una situación en la que algunos tienen demasiado y otros carecen de lo más esencial. Eso es siempre una señal de que la sociedad en la que se da está abocada a la ruina.

Hay otro detalle interesante que se ha sugerido que hay en este pasaje. Es de entre los cuatro seres vivientes de donde viene la voz hablando de los precios de hambre. Ya hemos visto que los cuatro seres vivientes puede que simbolicen lo mejor de la naturaleza; y se puede tomar esto como la protesta de la naturaleza contra el hambre en la sociedad. Lo trágico es casi siempre que la naturaleza produce bastante; y más de lo necesario, pero que hay muchas personas a las que nunca llega la abundancia.

Es como si Juan indicara simbólicamente que la misma naturaleza protesta cuando sus dones se usan de manera egoísta e irresponsable contribuyendo al lujo de los pocos y a la estrechez de los más.

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