Ministerio basado en principios bíblicos para servir con espíritu de excelencia, integridad y compasión en nuestra comunidad, nuestra nación y nuestro mundo.

Logo

Isaías 37: Isaías anuncia la liberación

Isaías 37:36  Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, todo era cadáveres.[o]

Isaías 37:37  Entonces Senaquerib, rey de Asiria, se fue y se estableció en Nínive.

Isaías 37:38  Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc, su Dios, sus hijos Adramelec y Sarezer lo mataron a espada,[p] y huyeron a la tierra de Ararat. Y reinó en su lugar Esar-hadón, su hijo.[q]

Isaías anuncia la liberación

Ezequías, vestido de duelo, entró a orar en el templo. Luego envió a Isaías, posiblemente a su casa, una delegación que tenía al frente a Eliaquim y a Sebna, los mismos que formaron parte de la delegación enviada al Rabsaces, para pedir su intercesión ante Dios. La alta investidura de los miembros de esta delegación demuestra en qué grande estima tenía ahora el rey a Isaías. Y es posible que poco antes de la marcha del ejército asirio a Jerusalén se hubiera producido un gran cambio, una conversión, en la persona del rey de Judá. Al menos, eso parecen revelar sus palabras en el versículo 3, en que reconoce su gran pecado por apoyar la política de la alianza con Egipto. En el mismo versículo usa de un proverbio popular que describe la grave situación: la extrema debilidad espiritual, moral y física del pueblo exhausto en el momento de mayor peligro y humillación.

El profeta respondió con palabra de Jehová. Senaquerib iba a escuchar un rumor que lo obligaría a ir a su tierra. En la Introducción hemos tratado de este rumor.

Ezequías y las cartas de Senaquerib

El versículo 8 muestra que el Rabsaces tuvo urgencia de volver en ayuda del rey de Asiria, quien había partido ya de Laquis y se encontraba combatiendo contra Libna. Las fuentes bíblicas no registran la caída de Laquis, pero las asirias sí. Además del mural de la toma de Laquis descubierto en el palacio en Nínive, hay evidencias de estos acontecimientos en el estrato III de Laquis. Pero parece que la conquista de Laquis también constituyó otra victoria pírrica para Senaquerib.

El Rabsaces parece haber acudido a la ayuda de Senaquerib, antes o a raíz del rumor acerca de un contraataque de Tirhaca. El hecho es que él ya no volvió a Jerusalén como lugarteniente de Senaquerib, sino con una delegación de rango inferior. Los documentos no especifican los nombres de sus miembros, y en el versículo 9 simplemente son llamados mensajeros. Esta vez los mensajeros llevaban cartas cuyo contenido habían de exponer también verbalmente.

El tenor de las palabras de los mensajeros era el mismo que el del Rabsaces. Luego entregaron las cartas a Ezequías. Entonces Ezequías fue al templo y extendió dichas cartas delante de Jehová y oró invocando su intervención.

Sanidad divina  Es un término que estamos usando con más frecuencia en nuestro tiempo. «Y la oración de fe dará salud al enfermo»,. Ezequías oró intensamente a Dios por sanidad. Dos cosas encontramos: la oración con fe y llanto, y la contestación de Dios. El Jehová de Ezequías es el mismo Jehová de hoy y de siempre. En un tiempo con tantos adelantos en la ciencia médica y en la farmacología, el poder sanador de Dios no ha menguado. Es vigente, de ahí que el creyente debe saber discernir cuál es la voluntad del Señor para su vida. Dios nos puede curar sin necesidad de recurrir a la ciencia médica, pero también lo puede hacer por intermedio de la ciencia. Por encima de todo, la fe tiene que estar puesta en  el gran médico divino: Jehová.

Deja el primer comentario

Otras Publicaciones que te pueden interesar