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Zacarías 1: Llamamiento a volver a Jehová

El ángel de Jehová pregunta hasta cuándo habrá de durar el período de prueba, o de castigo para el pueblo. No es que el pueblo continuara todavía bajo cautiverio, pero la restauración no se había completado todavía. Reconstruir el templo, el muro y las casas exigía un doble esfuerzo, una entrega total a la restauración. El pueblo estaba desanimado porque Dios aparentemente se había olvidado de ellos. Fueron 70 años de duro castigo. Ellos que siempre habían disfrutado de la piedad y de las misericordias de Dios, ahora están en la ruina. La tarea de reconstrucción no era fácil para un país agobiado por problemas internos, con una mala economía que apenas les permitía subsistir, y con problemas externos como los enemigos que rodeaban a esta nación. Todo esto dificultaba grandemente la reconstrucción.

En algunos países latinoamericanos se han sufrido graves terremotos. En Guatemala, después de muchos años de aquel terrible terremoto del 4 de febrero de 1976 que dejó sin casas a miles de personas, más de 23.000 muertos y muchos edificios destruidos o semidestruidos, todavía se pueden observar algunas secuelas de este desastre.

La visión presenta una escena llena de vivacidad; es el mismo ángel de Jehová quien le pregunta a Jehová de los ejércitos: …¿hasta cuando no tendrás compasión de Jerusalén y de las ciudades de Judá…? Y la respuesta viene en palabras buenas y palabras de consuelo.

Al profeta le es dado el encargo de proclamar a viva voz el mensaje de consuelo, las palabras buenas que proceden del corazón mismo de Dios como un esposo amante, como un padre que guarda un amor profundo por su pueblo: Tuve celo por Jerusalén. Pensar en el celo de Jehová por Jerusalén es pensar en el inmenso amor por toda la nación, que es representada por su capital.

Sigue: …y gran celo por Sion. Sion es el monte en donde se levantó el templo y llegó a simbolizar el centro religioso de Israel; comúnmente Jerusalén y Sion son tomadas como sinónimos. Para estos dos lugares hay palabras buenas y palabras de consuelo: serán reconstruidos con gloria.

Muestra que el motivo del enojo de Dios contra las naciones que estaban en aparente reposo era el abuso de éstas al castigar a Israel. Dios utilizó a los imperios babilónico, asirio y persa para castigar a su pueblo, pero no les bastó conquistar a Jerusalén; se ensañaron contra los habitantes, la ciudad y el templo. La injusticia y la crueldad con que actuaron son motivos suficientes para provocar la ira de Dios. Dios siempre ha rechazado la injusticia y la crueldad que los poderosos han empleado para dominar a los débiles. Por amor a su pueblo él se levantará para hacer justicia, castigando a las naciones.

Esta es una verdad permanente: a Dios no le agrada la injusticia, la explotación, y mucho menos la opresión. ¡Ay de los hombres que explotan a sus semejantes aprovechándose de la debilidad de los pobres y de los indefensos!

Encontramos palabras de consuelo: …yo me he vuelto hacia Jerusalén con compasión. No hay razón para seguir en estado de depresión. Ha llegado el consuelo de Dios para satisfacer las dos necesidades más importantes de su pueblo, así como las de toda la humanidad: la necesidad espiritual y la necesidad material. Dice: en ella será edificada mi casa. El monte de Sion será restaurado para ser nuevamente el centro de adoración, el lugar en donde la presencia de Dios se hará sentir al ser edificado nuevamente el templo. En el desierto los levitas conducían el tabernáculo como símbolo de la presencia misma de Dios. El rey David, al establecer a Jerusalén como la capital de su reino, fijó también un lugar para la edificación de un templo, pero no le fue concedida a él la oportunidad de la construcción, sino a su hijo Salomón. éste edificó un templo digno del Señor Jehová de los Ejércitos, pero los babilonios lo destruyeron en el año 586 a. de J.C., año en que se consumó el cautiverio total de los israelitas. Estuvieron fuera de su tierra aproximadamente 70 años, como castigo por su rebelión.

La segunda fase del consuelo es representada por el cordel que será tendido sobre Jerusalén, símbolo de la bendición que vendrá sobre los israelitas, y de que el Señor los prosperará (el cordel significa la demarcación y la toma de medidas para construir una casa). El cordel sugiere la idea de una prosperidad local, limitada; una prosperidad que llenará todas las aspiraciones de Israel.

Concluye anunciando la abundancia para todas las ciudades de Israel, sin excepción. Las bendiciones divinas harán rebosar nuevamente las ciudades de Israel.

Cada frase de este mensaje de consuelo se cumplió a su debido tiempo. El templo fue reconstruido y terminado cuatro años más tarde; la ciudad fue reconstruida bajo el mando de Nehemías en el año 445 a. de J.C., y la prosperidad tocó nuevamente al pueblo de Israel. Esta relativa prosperidad se experimentó durante el tiempo de los macabeos en el 165 a. J.C.

Las palabras «Proclama además», anuncian las siguientes bendiciones particulares haciendo eco a las bendiciones anteriores, que podríamos llamar generales:

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