19.21 Cuando Jesús le dijo al joven rico «que sería perfecto» si daba todo lo que tenía a los pobres, no hablaba en el sentido humano, temporal. Hablaba de cómo alcanzar justificación, integridad total, ante los ojos de Dios.
19.21 ¿Deben los creyentes vender todo lo que poseen? No. Tenemos la responsabilidad de mantener a nuestros familiares y a nosotros mismos, de manera que no seamos carga para otros. Debemos, sin embargo, estar dispuestos a dejar lo que Dios nos pida. Esta clase de actitud nos permite evitar que lo material se interponga entre Dios y nosotros, y nos libra de usar en forma egoísta lo que Dios nos da.
19.24 Al rico le es tan difícil entrar en el cielo como a un camello atravesar el ojo de una aguja. Sin embargo, explicó Jesús, «para Dios todo es posible» (19.26). Aun los ricos pueden entrar en el Reino si Dios los hace entrar. Fe en El, no en el yo o en los ricos, es lo que vale. ¿En qué está confiando usted en cuanto a salvación?
19.25, 26 Los discípulos quedaron confundidos. Si alguien podía salvarse, pensaban, era un rico, pues para los judíos los ricos eran los más bendecidos por Dios.
19.27 En la Biblia, Dios otorga premios a su pueblo de acuerdo a su justicia. En el Antiguo Testamento, la obediencia muchas veces traía aparejada recompensas en esta vida (Deuteronomio 28), pero la obediencia y la recompensa no siempre están ligadas. Si lo estuvieran, la gente buena siempre sería rica y el sufrimiento sería siempre señal de pecado. Como creyentes, nuestra recompensa real es la presencia de Dios y el poder por medio del Espíritu Santo. Luego, en la eternidad, seremos premiados por nuestra fe y servicio. Si hubiera premios materiales en esta vida por cada obra fiel, estaríamos tentados a jactarnos de nuestros logros y mancharíamos nuestras motivaciones.
19.29 Jesús aseguró a los discípulos que cualquiera que dejara algo valioso por El será recompensado muchas veces más en esta vida, aunque no necesariamente en la misma forma. Por ejemplo, una persona puede perder a su familia al aceptar a Cristo, pero gana una familia más numerosa: los creyentes.
19.30 Jesús invirtió el orden de los valores mundanos. Piense en las personas más poderosas y conocidas en nuestro mundo. ¿Cuántas de ellas lograron su posición por ser dóciles, bondadosos, intachables? ¡No muchos! Pero en la vida venidera, el último será primero, si está en el último lugar por haber escogido seguir a Cristo. No pierda premios eternos por beneficios temporales. Predispóngase a hacer sacrificios ahora para obtener recompensas mayores más tarde. Esté dispuesto a aceptar la censura del hombre por obtener la aprobación de Dios .
JESUS Y EL PERDON
El paralítico que fue descendido del techo: Mat_9:2-8
La mujer tomada en adulterio: Joh_8:3-11
La mujer que ungió sus pies con aceite: Luk_7:47-50
Pedro, por haber negado que conocía a Jesús: Joh_18:15-18, Joh_18:25-27; Joh_21:15-19
El ladrón en la cruz: Luk_23:39-43
La gente que lo crucificó: Luk_23:34
Jesús no solamente enseñó, con frecuencia, acerca del perdón sino que también demostró disposición para perdonar.
Mateo 19:1-15
Dos son los asuntos de que trata este pasaje: la relación mutua de los cónyuges es el uno, el estado espiritual de los niños es el otro.
Imposible seria exagerar la importancia de estos dos asuntos. Con ellos están íntimamente vinculados el bienestar de las naciones y la dicha de la sociedad.
Una nación no es otra cosa que una colectividad de familias; y el buen orden que debe reinar en la familia depende de la veneración que se tenga por el lazo del matrimonio y de la acertada educación de los niños.
Relativamente al matrimonio nuestro Señor enseñó, que la unión de los cónyuges no debe ser jamás disuelta, salvo el caso en que ocurra la más poderosa de las causas, es a saber, la infidelidad.