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Introducción a la Carta de Santiago

Santiago es uno de los libros que tuvieron dificultades para entrar en el Nuevo Testamento. Hasta después de reconocerse como parte de la Sagrada Escritura se seguía tratando con reserva y suspicacia; y, hasta en el siglo XVI, Lutero lo habría excluido con gusto del Nuevo Testamento.

En la parte de la Iglesia que usaba el latín no aparecen citas de Santiago hasta mediado el siglo IV en los escritos de los padres. La primera lista de los libros del Nuevo Testamento que se trazó fue el llamado Canon de Muratóri, fechado alrededor del año 170 d. C., y en él no figura Santiago. Tertuliano, –(una de las principales figuras del siglo III para el cristianismo. Su nombre, Quinto Septimio Florencio Tertuliano, más conocido simplemente como Tertuliano, nació en el seno de una familia gentil, o pagana, en Cartago, África, hacia el 150-160 d. C. Su padre era centurión en la armada preconsular, y Tertuliano, tras una juventud disipada y licenciosa según su propio testimonio se convirtió al cristianismo en la ciudad de Roma, hacia el año 195 d. C. siendo después, según Jerónimo, presbítero de la iglesia de Cartago. –) escribía a mediados del siglo III, y citaba profusamente la Escritura; se encuentran en sus escritos 7,258 citas del Nuevo Testamento, pero ni una sola de ellas es de Santiago: La primera vez que se encuentra Santiago en la literatura cristiana en latín es en un manuscrito llamado Códice carbeiense, que es de alrededor de 350 d. C:; que atribuye su autoría a Santiago hijo de Zebedeo; y lo incluye, no entre los libros indiscutibles y universalmente aceptados del Nuevo Testamento, sino entre otros tratados religiosos escritos por los antiguos padres. Así salió a la luz Santiago, pero no se aceptaba sin reservas. El primer escritor latino que lo cita es Hilario de Poitiers, en su obra Sobre la Trinidad; escrita hacia el año 357 d. C.

Entonces, si se tardó tanto en reconocer Santiago en la iglesia latina, y si, hasta después de reconocerlo, se miraba con cierto recelo, ¿cómo llegó a ser incluido en el Nuevo Testamento? Fue decisiva la influencia de Jerónimo, (Considerado Padre de la Iglesia, uno de los cuatro grandes Padres Latinos. La traducción al latín de la Biblia hecha por Jerónimo, llamada la Vulgata, ‘edición para el pueblo’, ha sido hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana) que no tuvo reparos en incluirlo en la Vulgata. Pero hasta entonces hay ciertas dudas. En su libro Sobre hombres famosos, escribía Jerónimo: «Santiago, al que se llama el hermano del Señor… no escribió más que una epístola, que es una de las siete epístolas católicas, y que algunos dicen que fue otro el que la publicó bajo el nombre de Santiago.» Jerónimo aceptaba plenamente esta carta como Escritura, pero percibía que había ciertas dudas en cuanto a su autoría: Esas dudas se disiparon definitivamente por el hecho de que Agustín aceptara a Santiago sin reservas¡ y no dudara de que el Santiago en cuestión fuera el hermano del Señor.

El reconocimiento de Santiago fue tardío en la iglesia latina; durante mucho tiempo se le colocaba una especie de signo de interrogación; pero, el que Jerónimo, lo incluyera: en 1a Vulgata y Agustín lo aceptara sin reservas puso punto final a la cuestión, aunque después de no poca lucha.

La Iglesia Siríaca

Se habría supuesto que la iglesia siríaca habría sido la primera en aceptar Santiago, si es verdad que se escribió en Palestina y que fue la obra del hermano del Señor; pero en la iglesia siríaca hubo, las mismas oscilaciones. La Biblia oficial de la iglesia siríaca se llama la Pesitta, que quiere decir «la simple» ; como en latín «vulgata» . La tradujo Rábbula, obispo de Edesa, hacia el año 412, y fue entonces cuando se tradujo por, primera vez Santiago al siríaco. Y hasta el año 451 no hay rastro de Santiago en la literatura cristiana siríaca. Desde entonces se aceptó Santiago ampliamente; pero en 545 d. C. Pablo de Nisibis todavía ponía en duda su derecho a formar parte del Nuevo Testamento. De hecho, no fue sino hacia mediados del siglo VIII cuando la gran autoridad de Juan Damasceno hizo por Santiago en la iglesia siríaca lo que había hecho Agustín en la latina.

La Iglesia Griega

Aunque Santiago surgió antes en la iglesia griega que en la latina o siríaca, no obstante fue también bastante tarde. El primero en citarlo por nombre fue Orígenes, el cabeza de la escuela de Antioquía. Escribiendo a mediados del siglo III dice: «Si la fe se llama fe, pero existe aisladamente de las obras, tal fe está muerta, como leemos en la carta que se atribuye a Santiago.» Es verdad que en otras obras la cita como si no tuviera duda que fuera dé Santiago, el hermano del Señor; pero otra vez aparece la sombra de la duda. Eusebio, el gran maestro de Cesarea, investigó la posición de los diferentes libros del Nuevo Testamento y sus aledaños a mediados del siglo IV. Coloca Santiago entre los libros «disputados» ; y escribe: «La primera de las epístolas llamadas católicas se dice que es suya (de Santiago); pero debe tenerse en cuenta que algunos la consideran espuria; y no cabe duda que es cierto que son pocos los escritores antiguos que la citan.» De nuevo la sombra de la duda. Eusebio mismo aceptaba Santiago, pero se daba cuenta de que había otros que no. El momento decisivo en la iglesia de habla griega llegó el 367 d. C. , cuando Atanasio publicó su famosa Carta de Pascua de Resurrección en Egipto. Su intención era informar a los cristianos de qué libros eran Sagrada Escritura y cuáles no, porque parece que había muchos que se leían y se consideraban Sagrada Escritura sin serlo. En esa carta se incluye Santiago sin reservas, y desde entonces su posición quedó asegurada.

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