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1 Timoteo: 1 El real decreto

Una y otra vez vibra con afecto la voz de Pablo cuando habla de Timoteo. Cuando le envía a aquella tristemente dividida iglesia de Corinto, escribe: «Os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor» (1 Corintios 4:17). Cuando tiene intención de mandarle a Filipos, escribe: «Porque no tengo a ningún otro… que como hijo a padre me haya servido en el Evangelio» (Filipenses 2:20,22). Aquí le llama «su auténtico hijo.» La palabra que usa para auténtico es gnésios, que tiene dos sentidos: el normal de legítimo como opuesto a ilegítimo, y el de genuino como opuesto a falso.

Timoteo era el hombre en quien Pablo podía confiar y al que podía mandar adonde fuera. ¡Feliz el líder que tiene un lugarteniente semejante! Timoteo es nuestro ejemplo de cómo se debe servir. Cristo y Su Iglesia necesitan siervos así.

Gracia, misericordia y paz

Pablo empezaba siempre sus cartas con una bendición (Romanos 1:7; 1 Corintios 1:3; 2 Corintios 1:2; Gálatas 1:3; Efesios 1:2; Filipenses 1:2; Colosenses 1:2; 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:2; Filemón 3). En todas sus otras cartas solo aparecen las palabras Gracia y Paz. Es solo en las cartas a Timoteo y Tito donde se nombra también Misericordia (2 Timoteo 1:2; Tito 1:4) Veamos estas tres grandes palabras.

(i) En Gracia hay siempre tres ideas dominantes.

(a) En griego clásico, la palabra jaris quiere decir gracia exterior o favor, belleza, atractivo, encanto. Corrientemente, aunque no siempre, se aplica a personas. (Los hispanohablantes tenemos la gran suerte de que nuestra palabra gracia tenga todos estos significados, y sea por tanto una traducción fiel de jaris). Gracia es característicamente algo atractivo y encantador.

(b) En el Nuevo Testamento siempre conlleva la idea de una generosidad a ultranza. Gracia es algo que no se gana ni se merece. Es lo contrario de una deuda. Pablo dice que al que se lo ha ganado no se le da su salario por gracia, sino porque se le debe (Romanos 4:4). Se opone también a obras. Pablo dice que la elección de Dios a Su pueblo no fue debida a obras que ellos hubieran hecho, sino a la gracia de Dios (Romanos 11:6).

(c) En el Nuevo Testamento siempre conlleva la idea de universalidad. Una y otra vez Pablo usa la palabra gracia en relación con la recepción de los gentiles en la familia de Dios. Da gracias a Dios por la gracia que se ha concedido a los corintios en Jesucristo (1 Corintios 1:4). Habla de la gracia que Dios ha otorgado a las iglesias de Macedonia (2 Corintios 8:1). Y de que los gálatas fueron llamados a la gracia de Cristo (Gálatas 1:6). La esperanza que recibieron los tesalonicenses vino por gracia (2 Tesalonicenses 2:16). Fue la gracia de Dios lo que hizo a Pablo apóstol de los gentiles (1 Corintios 15:10). Fue por la gracia de Dios por lo que trabajó él entre los corintios (2 Corintios 1:12). Fue por gracia por lo que Dios le llamó y apartó desde el vientre de su madre (Gálatas 1:15). Es la gracia que Dios le ha concedido lo que le hace atreverse a escribir a la iglesia de Roma (Romanos 15:15). Para Pablo, la gran prueba de la gracia de Dios era la entrada de los gentiles en la Iglesia y su apostolado entre ellos.

La gracia es algo encantador; es algo gratuito; y es algo universal. Como F. J. Hort escribió hermosamente: « Gracia es una palabra inclusiva, que reúne en sí todo lo que se puede suponer que puede expresarse en la sonrisa del Rey celestial mirando a Su pueblo aquí abajo.»

(ii) Paz era la palabra judía normal de saludo; y en el pensamiento hebreo expresa, no simplemente la ausencia de guerra, sino «la forma más inclusiva de bienestar.» Es todo lo que contribuye al máximo bien de la persona. Es el estado del que se encuentra arropado por el amor de Dios. F. J. Hort escribe: « La paz es la antítesis de cualquier clase de conflicto o guerra o malestar, de toda enemistad exterior o inquietud interior.»

(iii) Misericordia es la palabra nueva en la bendición apostólica. En griego es éleos, y en hebreo jésed. «Misericordia -decía don Juan Fliedner- es tener el corazón dispuesto para con el mísero.» Cuando Pablo pedía misericordia sobre Timoteo estaba diciendo sencillamente: « Timoteo, que Dios sea bueno contigo.» Pero hay más que eso en esta palabra. Jésed se usa en los Salmos no menos de 127 veces. Una y otra vez tiene el significado de ayuda en tiempo de necesidad.

Denota, como dice Parry, « la intervención activa de Dios para ayudar.» Y Hort la define como « la condescendencia del Altísimo para ayudar al indigente.» En el Salmo 40:11 el salmista exclama con gozo: «¡Tu misericordia y Tu verdad me guardan siempre!» Y el Salmo 57:3 dice: « Él enviará desde los cielos y me salvará… Dios enviará Su misericordia y Su verdad.» En el Salmo 86:14-16 el salmista piensa en las fuerzas de los malvados desplegadas contra él, y se conforta con el pensamiento de que Dios es «grande en misericordia y fidelidad.» Es por Su generosa misericordia por lo que Dios nos ha hecho renacer a una esperanza viva por la Resurrección de Jesucristo (1 Pedro 1:3). Los gentiles deben glorificar a Dios por esa misericordia que los ha rescatado del pecado y de la desesperación (Romanos 1 S: 9). La misericordia de Dios es Dios actuando para salvar. Bien puede ser que Pablo añadiera misericordia a sus dos palabras corrientes, gracia y paz, porque Timoteo se encontrara en una situación difícil, y necesitara en una palabra que se le dijera que el Altísimo era la ayuda de los necesitados.

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