Por espacio de cuarenta días Jesús se apareció a sus apóstoles. En los Hechos encontramos este dato no solamente aquí. Después se habla de «muchos días» no determinados de una forma más concreta (Gal_13:31). En el Evangelio según san Lucas se narran las apariciones de Cristo resucitado, de tal forma que se podría pensar que todo -incluso la ascensión a los cielos- ha sucedido en un día (Lc 24). En san Juan los encuentros posteriores a la pascua se reparten en un espacio de tiempo de más de una semana. También en 1Co_15:5-7 se supone un tiempo más largo. Si san Lucas en este pasaje -de acuerdo con su manera de exponer ejercitada también en otras ocasiones- aclara la información de Lc 24 con el dato de los «cuarenta días», no estamos por eso forzados a ver en este dato un interés meramente simbólico. Es cierto que el número cuarenta con frecuencia se emplea en la Biblia para caracterizar un espacio de tiempo especialmente importante, como en el diluvio (Gen_8:6), en el encuentro de Moisés con Dios (Exo_24:18) y en el ayuno del primero (Exo_34:28), en la peregrinación de Elías al monte de Dios (lRe 19,8), en la estancia de Jesús durante cuarenta días en el desierto (Luc_4:2; Mat_4:2). Pero con respecto a nuestro versículo la numeración de «cuarenta días» también podría estar determinada por el pensamiento en la fiesta de pentecostés, que recae 50 días después de pascua. Porque con la fiesta de pentecostés está enlazado el acontecimiento (trascendental para los Hechos de los apóstoles), la venida del Espíritu Santo. De este suceso se dice que tendrá lugar «dentro de no muchos días» (Mat_1:5). Con todo, también se puede haber recomendado el número cuarenta, como número memorable transmitido, para caracterizar los días posteriores a la pascua, que fueron decisivos y provechosos para la revelación y la inteligencia del misterio de Cristo.
Porque en estos encuentros con el Señor resucitado se hablaba del reino de Dios. Con esto se indica que Jesús hacía revelaciones esenciales, comunicaba profundos conocimientos del mensaje y de su obra propia, trataba del perfeccionamiento de la fe de los discípulos y de su preparación para dar el testimonio que les estaba reservado (Mat_1:8). Dirigiendo una mirada retrospectiva al Evangelio se pueden ver ejemplos de un tal diálogo del «reino de Dios» en la conversación de Jesús con los discípulos de Emaús (Luc_24:13-31) o en los discursos resumidos del Señor resucitado (Luc_24:44-49). Ante todo es interesante que Jesús a los apóstoles «les abrió la mente para que entendieran las Escrituras» (Luc_24:45). La interpretación del Antiguo Testamento con respecto a Cristo y desde Cristo encontró su principio en estas experiencias y consideraciones posteriores a la pascua 4. En particular formaron parte sin duda de este diálogo «del reino de Dios» las palabras que se refieren al Espíritu Santo, como también denotan los versículos siguientes.
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3. A este propósito se debería leer todo el capitulo 15 de la primera carta a los Corintios. 4. Cf. Jua_2:22; Jua_12:16.
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b) Las instrucciones de Jesús resucitado (Hch/01/04-08).
4 Y en el curso de una comida, les ordenó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre «de la que me habéis oído hablar; 5 porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo dentro de no muchos días».
La escena indicada tiene lugar el día de la ascensión. Se describen más en particular las importantes instrucciones de 1,2. En el Evangelio se dan las mismas instrucciones con palabras algo distintas: «Yo voy a enviar sobre vosotros lo prometido por mi Padre. Vosotros, pues, permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de la fuerza de lo alto» (Luc_24:49). No nos molesta que el mismo evangelista nos produzca las mismas palabras del Señor con una redacción libre. La Iglesia primitiva no estuvo apegada con recelo a la letra. Lo que le interesaba era el sentido de la tradición. Según el texto aducido esta última reunión con los apóstoles fue una comida comunitaria. También según otros informes Jesús resucitado ha comido delante de sus discípulos y con ellos 5. Ya en su actividad anterior a la pascua Jesús repetidas veces había comunicado, en una comida, especiales revelaciones y consignas6. Pensemos en la última cena antes de la pasión con las recomendaciones e instrucciones dadas en ella por Jesús. La Iglesia primitiva en sus celebraciones eucarísticas en forma de comida también ha conmemorado y mantenido en forma viva la comida comunitaria con el Señor resucitado (Luc_2:46).